sábado, 4 de marzo de 2017

Ínfima reflexión de verano

Sin darnos cuenta

Estoy en la playa, en el agua como este calor de verano invita mientras me acomodo una tobillera que se resigna a mantenerse atada y su dueña se resigna a quemarla y que quede fija en el lugar, porque quién sabe qué puede pasar, me distraigo mirando a unas nenas de no más de diez años entusiasmadas, muy entusiasmadas con haber llegado al banco que forma la arena y hace que las olas revienten con fuerza, felices les muestran a quien yo supongo es la madre o el adulto responsable del momento dónde están y cómo llegan hasta ahí dando pie y en ese momento, entre las olas que me rompen en la nuca desarmando algún que otro nudo en los músculos, arrastrándome levemente hacia adelante y luego empujándome con el retorno del agua me doy cuenta, el problema es que con el tiempo dejamos de despertar nuestro asombro, la vida nos va sacando la capacidad de sorprendernos, no nos sorprende un día espectacular de playa, no nos sorprende estar en el banco de arena, no nos sorprende que una banda de inadaptados hagan de un partido de fútbol una batalla campal, no nos sorprende que casi diez mujeres hayan sido brutalmente asesinadas por sus parejas o ex parejas,  y a lo mejor en unos meses no nos sorprenda que una jueza tome una decisión que no se adecua a la ley ¿Qué más nos va a dejar de sorprender? ¿Cuántas cosas ya habremos "normalizado" y "naturalizado" sin darnos cuenta? ¿De cuánta cosa hermosa nos estaremos perdiendo y cuántas catástrofes y malas decisiones esteremos pasando por alto?