viernes, 26 de mayo de 2017
Casi todo, en el día del libro (Uruguay)!
Ya me había sentado, había agarrado el papel y la lapicera adecuada, si cerraba los ojos hasta me imaginaba que estaba en una película francesa, con un ambiente nostálgico y tonos cálidos.
Si, hasta el personaje entrañable con barba descuidada ubicadito en el fondo. Me imaginaba un perro echado afuera del bar, mirando la gente que pasaba por la calle angosta del barrio.
Ya tenía la taza de café bien humeante y el olor a los granos recién molidos. Si cerraba los ojos un poco más fuerte se me venía hasta la imagen de este mismo hombre con su café y su barba descuidada sentado en el rincón del fondo en una mesa de madera con una máquina de escribir vieja (porque una computadora me rompía el clima) y unos borradores esparcidos por todo el lugar, hasta me imaginaba una hoja con la clásica marca redonda de café que se crea cuando en un descuido usamos los borradores de mantel.
Ya tenía a la muchacha que desde la vereda de enfrente lo veía ensimismado en su escritura y cruzó la calle en diagonal, decidiendo que era el momento perfecto para merendar, entraba nomás, se pedía un café y un croissant (porque el clima era francés), pero no podía cortar la imaginación acá, claro que no. La muchacha se le acercaba a nuestro personaje escritor, acumulaba valentía y le recitaba una cita de Cortazar para empezar una conversación, porque a ella también le parecía entrañable.
¿y?
Y nada, tenía todo, tenía casi todo, menos un final.
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